Judicializar la política y politizar la justicia

CGPJ.
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España sigue toda de carnaval vestida, mísera y beoda.

Antonio Machado

Uno de los estereotipos más reiterados por los políticos, es lo de judicializar la política. Si un político en ejercicio, ha cometido (presuntamente, por  supuesto) un delito en su gestión o esa gestión no se ha ajustado (presuntamente, por supuesto) a derecho y a alguien se le ocurre denunciar esos posibles delitos o irregularidades, inmediatamente se le acusará de judicializar la política y se aducirá la falacia de que los asuntos políticos hay que solucionarlos en el ámbito de la política.

Ahora que hasta el jefazo de los fiscales se siente perseguido por los jueces y los recusa y no quiere ni que le miren, y ahora que el jefazo del ejecutivo, no va a resistir la tentación (¿será la última como aquello que filmó Scorsese?) de apropiarse -no gratis pero sí et amore- de la cosa judicial, para poner ruedas de patines a todo lo que le va coleando con conatos de juzgados, y ahora que las togas por unas u otras causas y por unas u otras personas están de moda, lo de judicializar la política, es el pan nuestro de cada declaración y de cada entrevista

Una de las muchas cosas y de las varias monsergas que los ciudadanos tienen que escuchar y soportar de los políticos, a los que colocan en las poltronas y a los que pagan los sueldos, es el constante empleo de frases estereotipadas, vacías de contenido, inanes en su formulación y sin ningún recorrido lógico. 

Así, en elecciones, sin elecciones, en campaña electoral, en mítines, en coloquios, en entrevistas etc. etc. cualquier político se agarrará con frenesí al primer micrófono que vea y soltará eso de: 

Se está judicializando la política y niego la mayor y, más pronto que tarde, sí o sí, será imprescindible poner encima de la mesa, como no podía ser de otra manera, negro sobre blanco, en sede parlamentaria y con la transparencia que exige un estado democrático y de derecho, la globalización de las estructuras propias de la modernidad, feminista y verde, para empoderar, socializar y conciliar, con el objetivo irrenunciable, de poner en valor la realidad de nuestra gestión; porque en política no vale todo y quienes han traspasado las líneas rojas, tendrán que pedir perdón y explicar a sus votantes la deriva de sus acciones y el funcionamiento de la máquina del fango. Y todo entreverado de la palabra democracia parrafada tras parrafada.

Uno de esos estereotipos, o más bien monsergas, más reiterados por los políticos, es lo de judicializar la política. Si un político en ejercicio, ha cometido (presuntamente, por  supuesto) un delito en su gestión o esa gestión no se ha ajustado (presuntamente, por supuesto) a derecho y a alguien se le ocurre, mediante los debidos procedimientos y las cautelas establecidas- denunciar esos posibles delitos o irregularidades, inmediatamente se le acusará de judicializar la política y se aducirá la falacia de que los asuntos políticos hay que solucionarlos en el ámbito de la política.

Aseveración, además de falaz, mentirosa. La ley está para cumplirla y si alguien, en el ejercicio legítimo de sus derechos, cree que no se ha cumplido o se ha transgredido el orden jurídico, tiene todos los predicamentos a su favor para acudir a las instancias previstas por el ordenamiento jurídico, con independencia de quien sea el sujeto de la acusación. Y serán los jueces quienes dictaminen si ha existido delito y, en su caso, el alcance del mismo.

 

Pero mientras la inmensa mayoría se desgañita acusando al otro de judicializar la política, esos mismos callan ante los intentos retorcidos e interesados de politizar la justicia. Es decir, simple y llanamente, establecer la posibilidad de que los jueces sean examinados, juzgados y condenados por los políticos. 

No se trata tanto de juzgar para esclarecer la realidad de una actuación de la justicia sino más bien de amedrentar y hasta chantajear con amenazas a quienes tienen que juzgar.

O sea, vale politizar la justicia mientras se abomina arteramente de que se judicialice la política o más bien, se lleven ante los jueces las conductas supuestamente delictivas de algunos políticos.

La carcajada: Dice Zapatero, se supone que dedicado a Maduro (que también se supone que le estará escuchando, como decían los oyentes de la radio de los años 50): “Agradezco a Sánchez que pelee por una democracia más perfecta, más digna y más decente”.

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